El turismo deportivo dejó de ser un viaje para ver un partido. Hoy es una forma de pertenencia. Una experiencia que combina adrenalina, hospitalidad y lifestyle.
Desde los circuitos de la Fórmula 1 en Mónaco, Las Vegas o la CDMX, hasta los palcos del US Open o los campos de golf en destinos como Mayakoba o Punta Mita, el deporte se ha convertido en un escenario donde el lujo se vive en comunidad.
Los viajeros de alto poder adquisitivo no buscan solo asistir, sino ser parte del momento: vivirlo desde una suite con champagne, un yate frente al circuito o una experiencia curada por marcas que entienden la emoción detrás del evento.
En BrandsTravel hemos observado cómo los destinos y hoteles más visionarios aprovechan este fenómeno para posicionarse: no solo como anfitriones de competencias, sino como plataformas de conexión cultural, networking global y sofisticación.
El turismo deportivo es el nuevo lujo experiencial. Y su verdadero valor está en diseñar momentos que se sientan tan exclusivos como el acceso que ofrecen.