La coyuntura global en el turismo: factor de masas

Luz Yalj
25-06-2025

Los hábitos de viaje no solo responden a gustos personales o a ofertas puntuales. A lo largo de las últimas cuatro décadas, han estado ligados al clima político, económico y social de cada país. El turismo en América Latina ofrece un claro ejemplo de esta relación, tanto en la llegada de visitantes desde Estados Unidos como en los desplazamientos internos en México, Colombia, Chile y Argentina. Al observar esta evolución es posible entender qué factores afectan al viajero actual y hacia dónde podría orientarse en el futuro.


En el turismo de EE. UU. hacia Latinoamérica


La relación entre Estados Unidos y la región estuvo marcada durante muchos años por factores geopolíticos. México, por ejemplo, fortaleció su posición como destino clave para turistas estadounidenses a través de acuerdos económicos y una frontera terrestre que facilita los desplazamientos. Sigue siendo un país que recibe a millones de visitantes cada año, un fenómeno que se sostiene por la proximidad, la variedad de oferta y una imagen que trasciende coyunturas puntuales de uno y otro lado del margen.


Colombia mostró un camino diferente. Durante los años 80 y 90, la violencia interna y la inseguridad redujeron drásticamente la llegada de visitantes extranjeros. Sin embargo, con la apertura comercial y la estabilización política alcanzadas en la primera década del siglo XXI, la percepción del país cambió. Se convirtió en un destino atractivo para turistas que antes lo evitaban, alcanzando un crecimiento significativo en menos de una generación.

Chile representa un caso en el cual la estabilidad política y la apertura comercial han tenido un impacto positivo y sostenido en la llegada de turistas de Estados Unidos. El país alcanzó acuerdos bilaterales que facilitaron la entrada de visitantes y la eliminación de tasas de reciprocidad, promoviendo un flujo de personas que buscan experiencias en un ambiente seguro y predecible.


En Argentina, la variabilidad estuvo ligada tanto a factores económicos como a decisiones políticas específicas. El crecimiento de visitas de turistas estadounidenses estuvo marcado por momentos en que la devaluación de la moneda hizo al país especialmente atractivo. Por otro lado, la eliminación de tasas de reciprocidad para visitantes extranjeros contribuyó a cambiar la percepción de Argentina como destino abierto y competitivo, alcanzando una recuperación destacada tras periodos de estancamiento.


En el turismo interno de Latinoamérica


A nivel regional, la experiencia de viajar dentro de América Latina también estuvo marcada por factores geopolíticos. El fortalecimiento de organismos como el Mercosur facilitó el tránsito de turistas al eliminar barreras documentales y permitir viajes sin necesidad de visados ni pasaportes para los miembros del bloque. Esto promovió un crecimiento significativo en la cantidad de viajes por ocio, especialmente entre países con proximidad geográfica.


La estabilidad política alcanzada tras las transiciones a la democracia en los 80 y 90, junto con la paz alcanzada en contextos antes conflictivos, ampliaron la oferta de destinos para los propios latinoamericanos. Colombia es un ejemplo claro: tras la firma de acuerdos de paz y la superación de crisis de seguridad interna, el país alcanzó una posición destacada en el mapa de los viajes regionales. Eventos locales, ferias y festivales alcanzaron notoriedad en la agenda de turistas extranjeros y de países vecinos.


También la economía tuvo un peso significativo en esta tendencia. Momentos de crisis interna en un país fortalecieron la posición de otros como destinos alternativos para viajeros de la región. Por ejemplo, la devaluación en Argentina durante diferentes etapas la convirtió en una alternativa de menor costo para turistas de Brasil, Chile y Uruguay. Al mismo tiempo, mejoras en la conectividad aérea y terrestre ayudaron a crear circuitos regionales que antes no existían, fortalecidos por la adopción de aerolíneas de bajo costo y una oferta digital de servicios de reserva al alcance de todos.


Presente y el futuro


A través de estos ejemplos, queda claro que la decisión de viajar está ligada a elementos geopolíticos que afectan tanto al turista de EE. UU. que llega a América Latina como al latinoamericano que viaja dentro de la región. El crecimiento económico, la estabilidad política, la apertura comercial y la percepción de seguridad han marcado una tendencia clara: donde hay previsibilidad y apertura, el turismo aumenta.


A la inversa, los contextos de crisis interna afectan de manera inmediata la elección de destinos, aunque estos mismos pueden convertirse en polos de atracción para turistas extranjeros cuando los factores económicos hacen que la experiencia de viajar sea más asequible.


Hoy, tanto los turistas estadounidenses como los latinoamericanos privilegian la experiencia auténtica y la seguridad, y hacen elecciones basadas en criterios económicos y en la estabilidad de cada país. Entender esta relación ofrece herramientas para anticiparse a las decisiones del viajero actual, adaptarse a la realidad de cada mercado y responder de manera eficaz a una demanda que sigue en permanente movimiento.


Conflictos globales y desplazamientos del flujo turístico


Los conflictos internacionales afectan de manera directa la decisión de viajar al extranjero. Cuando estallan tensiones en otras partes del mundo, tanto el turista latinoamericano como el estadounidense tienden a valorar destinos percibidos como seguros y políticamente estables. Esto no solo aumenta el interés por viajar dentro de la región, sino que refuerza la posición de América Latina como alternativa frente a otras áreas en crisis.


A lo largo de las últimas cuatro décadas, esta tendencia se hizo evidente en diferentes contextos. Durante conflictos en Oriente Medio o tensiones en Europa del Este, tanto turistas de EE. UU. como latinoamericanos cambiaron sus planes para privilegiar destinos en América, donde perciben menos riesgos y barreras para viajar. El resultado no siempre es un crecimiento masivo de visitas, pero sí un desvío de flujos hacia playas, parques nacionales y circuitos históricos de la región que ganan relevancia al convertirse en espacios seguros para unas vacaciones tranquilas.


Esta reorientación de la demanda ofrece a América Latina la oportunidad de fortalecerse como destino alternativo. Al mantener una imagen de apertura, estabilidad y seguridad, la región no solo garantiza la fidelidad de sus visitantes tradicionales, sino que también se posiciona como opción para turistas que, frente a conflictos en otras partes del mundo, buscan entornos previsibles para invertir su tiempo de descanso.

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